La muerte del barón von Strahd no había pasado desapercibida. Había aparecido en la primera página de todos los periódicos de la zona. Y, a pesar de ello, al entierro no habían acudido más que los trabajadores del camposanto y el párroco local que elevaba sus plegarias para que el cielo acogiese el alma del difunto.
La reputación de barón le precedía. Se decía de él que era huraño, que no era de tener muchos amigos y, durante su larga vida, ni tan siquiera se esforzó en formar una familia como era de esperar de un buen cristiano.
A pesar de ello la gente respetaba a von Strahd. Gracias a sus negocios, fuesen cuales fuesen, había amasado una gran fortuna que le había permitido convertirse en un reconocido filántropo. Aún así, lejos de comportarse como esos jóvenes ricachones del nuevo continente, Strahd despreciaba las fiestas que realizaban en su homenaje.
Algunos viejos rumores, quizás fomentados por las ancianas del lugar que, con tal de permanecer ociosas, no dudaban en revivir los viejas historias, indicaban que von Strahd era aficionado a coleccionar todo tipo de extraños artefactos y rodearse de libros de procedencia más que dudosa. Pero los rumores nunca dejan de ser más que rumores mientras no se demuestre lo contrario y, aunque fuesen pocos, ninguno de los visitantes de la vieja mansión de la colina pudo ver nada digno de mencionar que respaldara tales fábulas.
Las campanadas de medianoche tañeron una y otra vez hasta que la duodécima se desvaneció en el aire a la vez que un rayo surcaba el cielo anunciando el fin del evento.
Por lo visto el barón había pedido explícitamente que su entierro se celebrase a medianoche, como si no quisiera que la luz del sol volviese a iluminar su cuerpo una vez la vida escapara de él.
En el pueblo, la gente se mantenía despierta. No por miedo a las viejas leyendas, si no por miedo a lo que les deparara el futuro. El pueblo, así como todas las tierras que lo rodeaban pertenecían al barón. Con su muerte, y sin herederos, su futuro era cuanto menos incierto.
Pero aquel futuro estaba a punto de decidirse pues, no muy lejos de allí, en la gran ciudad, un abogado de nombre prácticamente impronunciable acababa de enviar las últimas cartas manuscritas que pondrían en marcha la herencia von Strahd.
El sábado por la tarde de nuestras 24º Jornadas Kritikas se organizará un rol en vivo de Mundo de Tinieblas.
Para apuntarse al rol en vivo se debe enviar un email a clubkritik@hotmail.com. Las plazas son limitadas (11) y los personajes se asignarán según orden de petición.
¡ATENCIÓN! HORARIO CONFIRMADO DE 18.00 a 21.00 h
Día: Sábado 25 de marzo
Horario: De 18.00 a 21.00 h
Preinscripción: necesaria enviando un mail a clubkritik@hotmail.com
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