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Es el 4º día de Pharast, no hace demasiado frío para la época del año en la que estamos. En la fortaleza les dan el alto. Confirman la contraseña para poder entrar, pero parece que los bandidos no acaban de estar seguros de las intenciones de estos "compañeros" suyos que entran en la fortaleza. Una vez dentro, el grupo descubre que el engaño no ha surgido efecto y empieza una sangrienta batalla por la conquista del fuerte del Señor Alce.
Varios bandidos caen hechizados por el sueño mágico de Lisbeth en un primer momento pero eso no da un instante de respiro a nuestros héroes. Un nuevo bandido más corpulento aparece corriendo por el piso superior y dentro del fuerte se escucha abrir una jaula y un grito bestial que el grupo reconoce ya que ha oído pocas horas antes. Además delante de Tzadok se planta un bandido algo mejor armado y equipado de lo normal que parece estar dispuesto a unirse a los asaltantes. ¿Cuáles serán sus verdaderas intenciones?


La fortaleza ha caído, pero bajo ella aguarda un peligro que los aventureros no tardarán en descubrir. Al explorar un subterráneo, se encuentran luchando contra lo que más tarde descubren fuera un gran druida. Ahora, viejo y enloquecido por el largo cautiverio, ataca al grupo con animales salvajes que aparecen de la nada.
No sin algo de esfuerzo, los aventureros reducen al viejo druida y recogen los frutos de su victoria. El cansancio hace mella en ellos y deciden descansar, dejando a Akiros haciendo guardia ante la celda, antes habitación, del Señor de la fortaleza.
Sobresaltados por los gritos, el grupo despierta tarde para descubrir que el líder de los bandidos ha logrado atrancar la puerta con la cama y quitarse la vida. El Señor Alce ha muerto sin poder conseguir información de él más que un cabello misterioso y sus últimos gritos dirigidos a lo que parece ser su musa, su inspiración, su Señora.
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